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Preparando la vuelta

Según todos los expertos la rigidez de las normas y el estricto cumplimiento del confinamiento durante el Estado de Alarma permiten aventurar que lo peor de la pandemia ya ha pasado.

Es decir, que hemos conseguido doblegar eso que han venido en llamar “pico de la curva” en cuanto a contagios, ingresos hospitalarios y fallecimientos. El (o la) Covid-19 ha dejado tras de sí unas cifras desoladoras. Inasumibles para cualquier sociedad avanzada, no solo la española, sino la mundial. Por eso, y pese a la ampliación hasta el día 9 de mayo de las medidas extraordinarias contra el coronavirus, empieza a verse la luz al final del túnel. Los dirigentes, a todos los niveles, empiezan a preparar la desescalada de dichas medidas y animan a la población a mantener la calma y seguir las instrucciones con cautela, rigor y convencimiento. Porque estamos convencidos de que esta batalla la vamos a ganar todos juntos.

Esa unión a la que se ha venido apelando desde el inicio de la crisis y que se hace evidente en la multitud de gestos altruistas que han surgido por todas partes. Ayuda a los más necesitados, aliento a los profesionales de la sanidad pública, expuestos en la primera línea de combate del virus, implicación de todos los sectores de la sociedad en lograr acabar con algo insólito en nuestras vidas.

Empiezan las acciones para que la vuelta a la normalidad sea lo más ajustada a la situación que se viva en cada momento. Los niños tienen que salir a la calle. Es demasiado tiempo el que ha transcurrido alterando por completo su forma de vida. Es algo que nunca podrán entender y habrá que ver las repercusiones que este tipo de “aventuras” tendrá en el futuro inmediato de nuestros peques. Pero también debe volver la producción, porque la economía es también un pilar básico del estado del bienestar.

Por detrás de la salud que ha sido y es lo más importante en estos momentos. Una salud que debemos preservar y para la que, por desgracia, no han existido los recursos necesarios con los que afrontar una crisis de tamaño descomunal. Esa es la realidad. Mientras todos esperaban los recursos que han tardado más de lo necesario en estar operativos algunos de nuestros políticos han protagonizado un triste espectáculo, con reproches, desplantes, comunicados, cartas y movimientos que no llevan a ninguna parte.

Una vez más, no han estado a la altura de las circunstancias. Lo que tocaba, lo que toca, es remar todos en la misma dirección. Aplicar las medidas que planteen los expertos, los profesionales de cada sector implicado y gestionar los recursos. Eso es lo que se les pide. Y en ello deben poner todo su empeño. La vuelta a esa normalidad relativa es un objetivo claro, pero no va a ser fácil. Nada volverá a ser como antes.

Ni las relaciones, ni la forma de afrontar nuestro quehacer diario. En todos y cada uno de los movimientos que se pongan en marcha. Hay que tener paciencia. Es duro, pero es así. Y arrimar el hombro cuando se necesite. Las prisas no van a servir para que podamos rehacer la vida con todas las garantías.

Correr puede ser sinónimo de parar en esta dura prueba que nos toca afrontar. Para todo ello la comunicación va a ser también otro elemento destacado en el proceso de vuelta. Una comunicación eficaz y eficiente que llegue a todos los ciudadanos de forma clara y concisa a través de los canales habituales y de otros que están demostrando su valor en este tiempo de encierro.

Todo con tal de saber qué hacer. Hay que mirar hacia el futuro, pero pensando que vivimos el presente.