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Campeonatos de juegos, ¿primer paso hacia la profesionalización?

El verano pasado, dábamos la noticia de que el Getafe CF daba un paso más diversificando sus áreas de competición, introduciéndose en el mundo de los eSports o deportes electrónicos,  un sector muy en alza que está arrojando beneficios exponenciales, ya que cuenta con millones de seguidores alrededor de todo el mundo a la par que impulsa el crecimiento de otros modelos de negocio derivados o complementarios.

Las competiciones de eSports siguen un modelo muy similar al de las ligas de Fútbol o cualquier otro deporte físico, y cuentan con su propio mercado de fichajes, lo que permite soñar a muchos jugadores no profesionales, que simplemente juegan por diversión desde edades tempranas y participan en competiciones a nivel regional, con hacer de los videojuegos su medio de subsistencia en unos años.

Desde el punto de vista académico, podrían saltar las alarmas, ya que por el momento no existe una enseñanza reglada para preparar a futuros profesionales de la competición de videojuegos, convirtiendo los sueños de los adolescentes de ser gamer profesional en el nuevo “papá, de mayor quiero ser futbolista”. Sin embargo, todo es posible si es considerado como una competición deportiva. Sin ir más lejos, deportes como el Taekwondo preparan a personas desde su infancia bajo una matriculación, federación y sistema de consenso internacional de grados en base a KUP o cinturones de color, y permiten competir a sus alumnos incluso a nivel internacional antes de obtener la máxima graduación, rentabilizando económicamente, y a largo plazo, la disciplina deportiva.

Otros deportes no físicos sino mentales, como el ajedrez, funcionan con el mismo sistema, y lo que tradicionalmente se consideró un juego de mesa cuenta con competiciones y jugadores profesionales, lo mismo que sucede con el poker, al que históricamente se ha etiquetado como juego de azar y que cada vez se valora más como un juego estratégico, manteniendo activo el debate de llegarse a considerar también como un deporte mental e incluso se ha barajado la posibilidad de incluirlo como deporte olímpico, a la larga.

Muchos universitarios comienzan jugando al Texas Holdem Poker a través de internet simplemente para pasar el rato, se aficionan al descubrir que depende fundamentalmente de su estrategia y que comparativamente se aproxima a otro tipo de juegos con los que se criaron antes de la edad adulta, y deciden probar suerte en torneos online. A veces ganan la entrada a un circuito de poker en un satélite y de repente se ven compitiendo a nivel internacional. Es así como  llegaron a convertirse en jugadores profesionales algunos de los más famosos. En el momento presente, el poker genera beneficios con sus retransmisiones en streaming en plataformas de juegos como Twitch o con canales de YouTube de jugadores famosos que nos acercan más al mundo de la profesionalización con video-blogs acerca del día a día de un profesional del juego, cómo entrena y cómo hasta la alimentación es importante para mejorar las habilidades mentales.

Para muchas cosas, el poker es tratado del mismo modo que cualquier otro juego dentro del mundo de los eSports, y es que la interrelación entre ambos mundos es estrecha: también los eSports están siendo barajados como posible deporte olímpico. De cualquier modo, la percepción es de ganar dinero haciendo lo que más nos gusta. El deporte no es sólo ocio, suele ser una actividad que genera pasión. Cualquier cosa que genere competitividad puede transformar una afición en un reto muy excitante, y este es el nexo de unión entre actividades que, de entrada, podrían parecer inconexas, tales como el fútbol, los videojuegos y el poker, no tan diferentes estructuralmente, sin embargo.

En el caso de los deportes mentales y los electrónicos, existe un valor añadido para que cada vez más personas se lo planteen a nivel profesional: permite, salvo momentos excepcionales de competiciones presenciales, la posibilidad no sólo de trabajar desde casa, sino también de marcarnos un horario a nuestra medida. El tele-trabajo es el sueño de muchas personas en un momento en que la flexibilidad geográfica y horaria están muy cotizadas en pos de una mejora en la conciliación familiar. Observemos que hace unas décadas, no era tan común que los dos progenitores saliesen de casa para trabajar, pero en el momento presente, esto se ha convertido en un problema para la compatibilización de horarios, el tiempo en común y las obligaciones domésticas. El hecho de poder trabajar desde el propio domicilio ayuda a mejorar la calidad de vida si es que se sabe organizar el tiempo.

De cualquier manera, es un medio de subsistencia bastante diferente al empleo clásico en el que se acude a trabajar a un lugar en un horario concreto, por un salario fijo mensual. En este caso, es posible percibir un fijo mensual o anual, pero el premio asociado a la competición será, sin lugar a dudas, la mayor motivación para trabajar duro a diario, entrenando y perfeccionando a nivel técnico y estratégico, tal vez un sistema mucho más eficiente para según qué tipo de personalidades.

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