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Francisca Aguirre: “Apartar a los jóvenes de la literatura es convertirlos en minusválidos”

Francisca Aguirre nació en Alicante en octubre de 1930.   Su poesía ha sido traducida al inglés, italiano, portugués y valenciano. Presentó en Getafe durante la edición del festival “De poesía por Getafe” su poemario Ítaca, que ya fuera premio Leopoldo María Panero en 1971.

La escritora, galardonada con casi una decena de premios literarios, entre ellos el Premio Nacional de Poesía en el año 2011 ha hablado con Getafe Actualidad en exclusiva para  nuestros lectores.

Te has dedicado toda la vida a escribir, ¿qué papel tiene la poesía en la vida?

 Vivir siempre es un reto, en este sentido, la poesía me ha ayudado a dar respuestas. El hecho de tener que escribir lo que pensaba,  de dejar constancia de lo que pensaba, me ha ayudado a clarificar, a intentar entender lo que no entendía.

La poesía cumple un papel muy parecido al que cumple la música, es una manera de poner sobre el papel ideas, inquietudes, aquello que no tenemos demasiado claro. A veces las emociones, eso que vive dentro de nosotros, tanto con respecto al arte como a la vida, necesita encontrar en el papel un camino, para poder preguntar, para poder seguir preguntándose a uno mismo ciertas cosas.

¿Puedes decir algo sobre la génesis de la poesía? ¿Qué es lo que acude primero?

En el principio lo único que tenemos son dudas. La poesía viene para tratar de ayudarnos a resolver esas dudas. A veces, es la nostalgia de un tiempo, también el desconocimiento de muchos de nuestros actos que no acabamos de entender. Y mediante este volver y volver, insistiendo sobre eso que nos está pidiendo una explicación, llego al papel. Y un buen día, de pronto nos levantamos una mañana y algo se ha movido en nosotros y nos exige que empecemos a escribir. Acude una desazón, una especie de tristeza. Algo que empieza a tirar de mí, del pasado, recupero un tiempo inicial e intento mirar la vida desde aquel tiempo.

Pensar en ti, es también pensar en tu profundo amor por la lectura. En las últimas semanas el Gobierno ha comunicado que a partir de este curso, desaparece la asignatura de Literatura Universal de Bachillerato. ¿A dónde nos dirige esta decisión?

A un desastre, una verdadera catástrofe. Nos lleva a una sociedad analfabeta. Apartar a los jóvenes de la historia de la literatura es convertirlos en  minusválidos. La literatura nos ha enseñado a entender y soñar el mundo, nos ha enseñado a llorar y a reír en este mundo. Despojarlos de esa posibilidad es un verdadero atentado contra el futuro.

A menudo, al hablar de Francisca Aguirre se habla de Luis Rosales, Gerardo Diego, Antonio Buero Vallejo, Julio Cortázar, Miguel Hernández, Delibes, Juan Rulfo,… ¿Hay también referentes y compañeras mujeres?

Muchas, he tenido  y tengo un inmenso grupo de compañeras de viaje: desde Teresa de Cepeda, hasta Rosa Chacel,  de Mercé Rodoreda a Olga Orozco, de Violeta Parra a Rosalía de Castro. La lista sería tan interminable como la de las voces masculinas que me han ayudado a entender la vida y la poesía.

A día de hoy solo 6 mujeres han sido galardonadas con el Premio Nacional de Poesía, la Colección Genialogías, en la que se publica tu poemario Ítaca, nace con el objetivo de transformar el canon literario de nuestro país, en el que escasea la presencia de mujeres poetas; algunas de ellas, voces esenciales de la poesía española del siglo XX y XXI, ¿Qué te motiva para figurar entre sus autoras?

 Creo que la incorporación de las mujeres, no sé si al canon, palabra algo dudosa, pero sí a la visibilidad, ha de ayudar no solo a que esas ausencias femeninas sean recuperadas. Voces como las de Angelina Gatell, Julia Uceda, María Victoria Atencia, Juana Castro, Josefina Pla, Josefina de la Torre, Concha Méndez, María, Teresa León, y tantas otras, son esenciales para componer un espacio distinto que ayude a entender la poesía española del siglo XX, pero no solo para las mujeres, sino también para aquellos poetas que quedaron, igualmente, fuera de esa extraña palabra, “canon”: poetas como Carlos Edmundo de Ory, Juan Eduardo Cirlot, Rafael Pérez Estrada, Vicente Núñez, Antonio Pereira,  Justo Alejo, otro rostro de la poesía que debe salir del desprecio por su singularidad.

A tus 87 años sigues en activo, tu poesía se mueve testigo del mundo y como reflexión de un marcado carácter existencial ¿Te gustaría dejar algún mensaje para el futuro?

 Me gustaría pensar que la vida pueda ser algo más generosa con los que siempre han resultado muy perjudicados. Y me gustaría que en la enseñanza, la docencia,  se tuviera esto en cuenta, que se entendiera que la educación en la poesía, la música, la pintura, el arte en general, es la única manera de darles a los  niños, a los jóvenes, instrumentos para tener una vida digna.