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Madrid reduce a seis personas las reuniones en las fiestas de Navidad

El pasado año por estas fechas, nada hacía presagiar que las siguientes fiestas navideñas iban a estar rodeadas de estrictas medidas de seguridad, mascarillas, hidrogeles y limitaciones en las reuniones familiares. Cuando pasado el 6 de enero retirábamos de nuestros hogares los adornos navideños y los embalábamos, nadie podía siquiera imaginar cómo iban a cambiar nuestras vidas apenas tres meses después, y cómo una pesadilla inimaginable tiempo atrás iba a modificar nuestros usos y costumbres.

Nos despedimos de nuestros seres queridos tras las fastuosas cenas de Nochebuena o Nochevieja, después de las entrañables celebraciones de Navidad, Año Nuevo o Reyes, sin intuir que, un año después, apenas podríamos reunirnos con un puñado de ellos, teniendo que aplazar abrazos, besos y cotillones.

Han pasado diez meses desde que el 25 de febrero se declarase oficialmente la pandemia de Covid-19 en todo el mundo. La resiliencia de la que hemos hecho gala desde el primer momento nos hizo superar la parte más cruda de la crisis sanitaria. El confinamiento fue duro, pero lo fueron más aún las miles de personas que no pudieron superar esta enfermedad y que, aun hoy, siguen pereciendo por un virus al que no terminados de derrotar.

Tras el estado de alarma inicial, el Gobierno central optó por relajar las medidas restrictivas de cara a la campaña de verano, algo que a la postre se volvió en contra con una segunda ola cuyas consecuencias aún estamos sufriendo.

Para paliar en la medida de lo posible una tercera ola, las administraciones han optado por adelantarse y evitar errores del pasado, y esto tendrá una afectación directa en la tan esperada y ansiada Navidad, que será muy distinta de como la conocíamos.

La Comunidad de Madrid ha optado por reducir a un máximo de seis personas y dos grupos de convivientes las reuniones familiares en los días festivos de Navidad, concretamente los días 24, 25 y 31 de diciembre, además del 1 y el 6 de enero.

El toque de queda permanece sin cambios antes de Navidad y seguirá vigente desde las 00:00 hasta las 6:00 horas, con una ampliación hasta la 1:30 horas los días de Nochebuena y Nochevieja.

En Madrid, como el resto de España, permanecerá en vigor el cierre perimetral el 23 de diciembre y el 6 de enero, fechas en las que quedará limitada la entrada y salida salvo para las circunstancias excepcionales ya habituales (motivos sanitarios, de trabajo, de estudios, para cuidar a personas mayores, dependientes o menores, para volver a la residencia habitual, realizar gestiones administrativas o judiciales, etc…). No obstante, también se permitirá la reagrupación de familiares y allegados de distintas comunidades, con lo que se puede salir de la región para pasar las fiestas en familia pero nunca, por ejemplo, para ir de vacaciones.

La situación epidemiológica de la región vuelve a ser preocupante y exige la adopción de nuevas medidas que eviten que, a la vuelta de las fiestas, los contagios vuelvan a dispararse, como parece que ya está ocurriendo después del Puente de la Constitución.

La forma de frenarlo, entiende el Gobierno regional, es poner limitaciones a las reuniones en estas fechas, en las que la tendencia a juntarse con amigos, familiares y seres queridos en general es mucho mayor. Además, esto acarrea paralelamente la suspensión de actos otrora multitudinarios en Navidad, caso de las Cabalgatas de Reyes o las campanadas de la Puerta del Sol, que tendrán que esperar tiempos mejores.

El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, anunció el pasado día 18 estas medidas de obligado cumplimiento, e hizo además hincapié en la necesidad de usar de manera permanente la mascarilla en espacios cerrados, tanto en domicilios como en locales de restauración, y sólo retirarla en los momentos en los que se ingiera comida o bebida.

El viceconsejero de Salud Pública y Plan COVID-19 de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, explicaba en rueda de prensa que, tras un estudio realizado por la Dirección General de Salud Pública en los cribados poblacionales que se están haciendo con los test de antígenos, se ha constatado que los asintomáticos detectados con resultado positivo suponen, al menos, un 30% de los casos diagnosticados en 14 días en las zonas básicas de salud, y tienen capacidad de infectar.

Todo ello ha llevado a esta adopción de medidas estrictas y restrictivas, que tienen como objetivo frenar en la medida de lo posible la expansión del virus con la mente puesta en ganar tiempo hasta que la vacuna esté definitivamente lista para ser distribuida entre el grueso de la población. Hasta entonces, esta será una extraña Navidad.