Opinión

EDITORIAL: Juan Soler: ¿cobardía o ninguneo?

Juan Soler lista asamblea

Lo vivido en el Pleno de ayer en Getafe supera con creces los límites de lo permisible en un representante de los ciudadanos. Ya sea, como reza el título de este artículo, por cobardía o por ninguneo hacia los vecinos, lo cierto es que un concejal-portavoz-diputado-senador no debería tomarse la libertad de ausentarse de una sesión plenaria tan relevante en lo político como la de ayer.

Lo era porque, postureos aparte, cinco concejales de su Grupo Municipal, de su total confianza, se vieron sometidos al escarnio público (el judicial va por dentro) de una Corporación que, al unísono, les acorraló pidiendo su dimisión por su presunta vinculación con casos de corrupción.

Lo era, además, porque aunque su condición de senador aforado le exime momentáneamente de salpicaduras jurídicas en este caso, Juan Soler era el principal señalado como exalcalde y presunto conocedor de los tejemanejes que la Policía Nacional puso negro sobre blanco en el sumario del Caso Teatro.

Lo era, también, porque un líder que alardea de serlo requiere demostrarlo en momentos así, tomando la palabra en los 5 minutos de intervención de su grupo para intentar defender la honorabilidad de sus concejales y la suya propia, si tan seguro está de su inocencia. No, ese marrón le correspondió a Mirene Presas, una de las pocas que no tiene sobre su cabeza la espada de Damocles y que aún puede defender con cierto orgullo las siglas de su partido.

Y lo era, a su vez, porque el propio exalcalde se encargó de movilizar vía whatsapp a afiliados afines para que acudieran al Pleno a “apoyar” a sus concejales de una más que previsible encerrona política mientras él preparaba su huida al más puro estilo Houdini. Ahora me ves, ahora no me ves.

Mientras esto ocurría, Juan Soler ponía rumbo al Pleno de la Asamblea de Madrid como quien halla un oasis en medio del desierto, un refugio antinuclear en el sótano o un claro en mitad del bosque. Un lugar, a fin de cuentas, donde pasar desapercibido entre la multitud mientras en el municipio que gobernó durante cuatro años, la Corporación al unísono pedía su dimisión y la de sus cinco concejales. Y en éstas, sus simpatizantes allí congregados no daban crédito a su ausencia.

Cobardía o ninguneo. Mirar para otro lado esperando que escampe, que pase la tempestad y que sean otros los que sujeten la vela mientras el capitán otrora todopoderoso aguarda en el camarote a que lleguen aguas más tranquilas y asome el sol. La tormenta se le puede hacer muy larga al senador.